viernes, 13 de mayo de 2011

Hoy la nostalgia me ha hecho una visita

El yogur de coco. Hoy tu yogur favorito me ha llevado a pensar en ti. Pero la nostalgia también me visita en otras ocasiones, al ver el bote de laca que está en el fondo del armario y que lleva años sin usarse, o al tomarme el helado de vainilla que tanto te gustaba. El caso es que te recuerdo, y últimamente mucho. 

Recuerdo tus manos arrugadas. "Están heladas", solías decirme. Tus uñas siempre pintadas. El lunar cerca de tus labios "encarnados".
Recuerdo tu elegancia en todo momento, aunque estuvieras en bata. Tu andar de mujer presumida, te mirabas en todos los espejos. 
Recuerdo poner la mano en tu pecho y sentir aquel extraño aparato que regulaba el ritmo de tu corazón, y hacerte mil preguntas al respecto. 
Recuerdo colgarme a tu cuello y jugar con la flacidez de tus brazos.
Recuerdo tu genio y tu "me cachis en la mar" que empleabas con otros, pues tú jamás me reñiste. Conmigo todo eran besos, ternura, cuidados y una adoración que se volvió recíproca. 
Recuerdo el bistec empanado con papas fritas, y el zumo de naranja natural, nuestro almuerzo de los sábados. 
Eras la abuela cómplice que ocultaba nuestras travesuras, la abuela divertida que dejaba que me probase sus zapatos de tacón, sus pinturas y sus joyas. La abuela moderna que defendía a capa y espada las tendencias de los jóvenes; los piercings, el pelo largo y los pantalones rajados de mis hermanos. 
Poco a poco la enfermedad del olvido se apoderó de ti. Te arrebató la dignidad y te llevó a un mundo ausente, oscuro. Mi madre se dio cuenta cuando un día le preguntaste, muy preocupada, qué era el arroz. Mi inocencia colaboró para que tardase un poco más en descubrir que una parte de ti se desvanecía cada día. Empecé a notarlo cuando te contaba mis historias y en tus ojos notaba tu mirada perdida. Cuando te nombraba a alguno de los primos y me preguntabas "¿Y quién es ese?". Cuando llevarte al cine ya no suponía un entretenimiento para ti.

Ya han pasado seis meses desde que te fuiste. El tiempo nos obliga a olvidar y quizás dentro de otros seis meses ya no estés tan presente. Yo me aferro a mis recuerdos contigo, imposibles de borrar de mi memoria.





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